Está vacío el cielo. El horizonte me ahoga con su finalidad y su forma de círculo. Detesto las cosas sin límite y no puedo debatirme en la tibieza de los días, ni en el suave caos de los sentimientos sin salida. Soy una incógnita para tu mundo. En mi cielo no pasan nubes y los pájaros que lo atraviesan rompen sus alas en el horizonte. No tiene salida nuestro pequeño mundo. Las cosas grandes cada día son menos: Las ballenas se suicidan en las costas. Ha llegado el fin de la tormenta. La serpiente dormida en el fondo sale para ser asesinada por el flash de la Kodak. Está vacío el cielo. El horizonte es un muro que esconde las estrellas; un muro de pájaros y ballenas muertas. Se que no me comprendes, tú, mi pequeña snob, aburrida de todo y de todos, Pendiente de los acontecimientos de tu pequeño círculo Y ciega para las cosas grandes. Son simples tus sueños, poblados por sonidos metálicos, por billetes verdes que como hojas otoñales cubren el camino de tus días sin angustias. No quiero perturbar el dulce ritmo de tus días; no quiero y no puedo. Son distantes nuestros mundos y aunque hablamos, es absurdo el sonido de nuestras palabras.